Los
templarios
Las
órdenes militares se crean para acoger y defender a los peregrinos
que se dirigían a Tierra Santa y combatir a los musulmanes.
Tienen buena acogida en los reinos peninsulares.
Estas
órdenes militares ocupan un lugar especial en la memoria de
los pueblos.
Los
inicios de la Orden del Temple fueron modestos. Un caballero
francés, Hugo de Payens, y un grupo de camaradas asumieron
entre 1118 y 1120 la protección de los peregrinos que iban
a Jerusalén. El rey Balduino se convierte en una figura clave
al ofrecer casas en Jerusalén a la orden.
Los
templarios pronunciaron por primera vez los votos de castidad,
pobreza y obediencia ante el
patriarca de Jerusalén.
En
1126 dos miembros de la comunidad viajan a Francia al encuentro
de Bernardo de Claraval para solicitarle la elaboración de
una regla apropiada. La regla se apoyó en la de los benedictinos.
Se advierte contra: El sentido del honor exagerado; los juegos
como el ajedrez, dados, caza y cetrería; actores y bufones,
etc.
A
partir del Concilio de Troyes se establece la vestimenta de
la Orden: manto blanco y cruz roja estampada sobre el manto
(considerada desde la primera cruzada como el símbolo de los
guerreros de la Iglesia) para los caballeros.
Los
escuderos y mandos inferiores llevan manto negro.
Los templarios aceptan todos los bienes que reciben
de donaciones, tanto tierras como hombres.
La
primera presencia templaria en la Península Ibérica data de
marzo de 1128, cuando la reina doña Teresa de Portugal otorga
al templario Raimundo Bernardo un castillo en Coimbra, con
sus rentas y pertrechos.
El
conde de Barcelona ingresa en la orden en 1131.
Hasta
1146 no data el primer signo de la orden en Castilla y león,
cuando Alfonso VII les dona una villa.
A
partir de este momento serán numerosas las donaciones hechas
por reyes y nobles a esta orden: Sancho III, Fernando II,
Alfonso IX, Alfonso X...
Don
Gonzalo Yáñez será
el último maestre provincial del Temple en la corona de Castilla.
Él ejercía el cargo en 1307, cuando el Papa ordenó el apresamiento
de los templarios y la confiscación de todos sus bienes.
Encomiendas:
Alba de Aliste, Tábara y Alcañices
En
la provincia de Zamora era donde se daba la mayor densidad
de encomiendas templarias. Hasta siete se mencionan en 1310.
En
Tábara había una con ese nombre, en tierras de Alba se llamaba
Alba o Carbajales y otra en tierra de Aliste, en Alcañices.
Tábara
y Carbajales tienen, en 1310, el mismo comendador: Frey Gómez
Pérez. Con él habitaban en esas encomiendas otros diez templarios
más, que se encontraban en el castillo de Alba, exentos de
la jurisdicción maestral. Era el segundo grupo más numeroso
de la orden, sólo superado por el residente en Faro.

·
La encomienda de
Alba y Carbajales tenía su fortaleza en el robusto
Castillo de Alba de Aliste, en cuya jurisdicción o término
se alzaba la villa de Carbajales. Fortaleza y villa daban
su nombre a la encomienda.
La
llegada de los templarios al Castillo de alba es posterior
al año 1211, ya que este año el rey Alfonso IX promete a la
orden de Temple que si alguna vez lograre recuperar los castillo
de San Pedro de Latorce y de Alba de Aliste se los entregaría.
Por estas fechas el castillo de Alba formaba parte del señorío
que en el año 1206 el rey, su padre, había otorgado al infante
don Fernando.
El
rey leonés recupera el castillo cuando en 1217 rompió con
su hijo, porque admitió la corona de Castilla, pero la entrega
de Alba a los templarios no tuvo lugar hasta el 27 de Septiembre
de 1220.
El
rey Alfonso X, el 5 de junio de 1255, reforzará muy notablemente
las rentas de esta encomienda y de la de Alcañices al otorgar
a perpetuidad al maestre provincial, frey Martín Núñez, y
a su orden la martiniega, que al rey le correspondía, en toda
la tierra de Aliste y de Alcañices. A cambio el maestre y
el capítulo provincial, celebrado en Alcañices, entregaron
al monarca todo cuanto poseían en Betanzos.
El
Castillo de Alba y Aliste
Tiene
una longitud de 78 metros y una anchura de 30 metros. Sus
muros están fabricados con manpostería de gruesos cantos,
acarreados de las canteras cercanas, como las de Fonfría.
Aún
están los restos de la torre principal que permite conocer
su forma rectangular y su división en tres pisos
o plantas.
Otra
torre protegía la entrada, situada al norte, prolongándose
la defensa mediante un revellín en el que se abren saeteras
de cazoleta.
El
lienzo del oeste muestra un doble baluarte espolonado, producto
de las reformas efectuadas en el siglo XV.
En
la construcción del castillo se pueden distinguir dos etapas:
el siglo XII, al que pertenece la estructura general del castillo
y el siglo XV, consistente en la duplicación del baluarte
y reforma de la torre norte, con el revellín.
El
castillo fue tomado en 1196 por Alfonso VIII de Castilla a
Alfonso IX de León. Más tarde, a comienzos del siglo XIII,
pasa a manos de los templarios y en él se hallaba refugiado
en 1310 el comendador de Alba de Aliste, Fray Gómez Pérez,
al comienzo del proceso contra dicha orden.
Tras
la extinción de esta orden perteneció a la Orden de San Juan.
En
los sucesivos enfrentamientos de la corona con los nobles
que tienen lugar a lo largo de los siglos XIV y XV, sufrirá
diversos cambios de posesión hasta que en 1434 es donado por
Juan II a Don Álvaro de Luna, quien en ese mismo año lo cede
a Don Enrique de Guzmán a quien Enrique IV concede en 1449
el título de Conde de Alba de Aliste y al que se deben las
reformas mencionadas.
Su
último papel lo desempeñó en la Guerra de la Independencia
portuguesa, siendo tomado por los portugueses en 1640.
·
La Crónica de veinte reyes atribuye a la infanta
doña Sancha, hermana de Alfonso VII,
la donación de Tábara a la Orden del Temple: Otrosy
dio a los frailes del Temple buenos lugares, e son estos:
Valdetáura, con todas sus pertenencias... Como la infanta
falleció en febrero de 1159, resulta que la presencia de los
templarios en Tábara se remonta a tiempos muy tempranos, muy
anteriores a la mayor parte de las otras encomiendas.
Después
no hay mención de Tábara hasta la citación de 1310, en la
que aparece bajo la autoridad del mismo comendador de Alba
de Aliste, frey Gómez Pérez.
·
La fortaleza de Alcañices
se alzaba en la frontera portuguesa, y sirvió como sede de
la Sexta encomienda zamorana.

Nada
se sabe de la llegada de los templarios a este lugar. La primera
referencia es cuando se le restituye al Temple por orden de
Alfonso IX: Et restituo eis etiam Alcañices cum onmi
suo termino, que fuit sua.
De
la vida de esta encomienda sólo se conoce el litigio que provocan
los santiaistas al reclamar dicha fortaleza, alegando que
ellos la poseían con anterioridad y que habían sido desplazados
por los templarios. El conflicto es presentado ante el Papa,
que primero, en 1219, delega la causa en el obispo, dean y
tesorero de la catedral
de Zamora, y al año siguiente en los obispos de Zamora y León.
Es
dudoso que Alcañices fuera la residencia ordinaria del maestre
provincial, aunque en esta villa se celebró alguno de los
capítulos provinciales del Temple.
La
importancia de la fortaleza de Alcañices aparece en el hecho
de ser una de las cuatro, junto con Faro, Ponferrada y San
Pedro de Latorce, que el maestre del temple ofrece en 1308
al infante don Felipe a cambio de su protección.
En
septiembre de 1308 el maestre de Castilla y Portugal, Frey
Rodrigo Yáñez, se compromete finalmente a hacer entrega de
las fortalezas templarias al rey Fernando IV. No hay noticias
de cómo y cuándo se entre la fortaleza al monarca, pero no
fue algo inmediato ni de entrega total ya que en la primavera
de 1310 seguían en manos de los freires los castillos de Alba
de Aliste y Alcañices.
El
casco antiguo de la villa de Alcañices se asienta sobre un
montículo. De su muralla sólo queda el cubo de la Torre del
Reloj.
Otros
restos de esta época son la portada del románico tardío, siglo
XII, de la iglesia de la Asunción y diversos elementos góticos.
En
1298 se celebró una entrevista en la villa de Alcañices entre
Don Fernando y Don Dionisio, rey de Portugal, para cortar
las desavenencias que existían entre ambos reinos. Para ello
se concertaron las bodas de : doña Constanza, hija del rey
portugués, con el rey don Fernando y de doña Beatriz, hermana
del rey español, on el infante don Alonso, hijo del rey portugués.
|